Fruta tropical y tesoro nutricional

El coco  destaca por sus valores nutricionales. Se consume tanto su agua, rica en minerales y oligoelementos con un alto poder reconstituyente, como su pulpa, una fuente de grasas y fibra. Se puede obtener en aceite, manteca, leche y harina. Además es rico en minerales (potasio, fósforo, magnesio, hierro y vitaminas E, C, K y B), por lo que el agua de coco se convierte en una bebida isotónica natural, ademas de mejorar el tono múscular.

Contiene todas estas propiedades beneficiosas para nuestro organismo: bactericida, antioxidante, anti parasitario, protege nuestro hígado, estimula nuestro sistema inmunológico y protege el corazón, por su capacidad de disminuir los triglicéridos, regular/disminuir la presión sanguínea y ayudar a controlar los niveles de glucosa en sangre.

Está indicado en las dietas de aumento de peso, para la osteoporosis, para la salud cardiovascular y para evitar la retención de líquidos.

Su riqueza en ácido láurico, palmítico y linoleico, así como hierro, lo hacen necesario en nuestra dieta. El coco estimula el sistema inmunitario. Sirve tambien para limpiar los riñones, aliviar vómitos, gases y problemas urinarios.

Como está compuesto por minerales como el selenio y el zinc, es usado para fabricar cosméticos por sus propiedades antioxidantes.

Y ¿cómo podemos saber si el coco está en su punto? Pues agitándolo. Si no se oye el típico chapoteo del agua en su interior es porque el coco está seco y con la pulpa rancia. El coco se conserva durante dos meses. Después de abierto, se ha de consumir en el mismo día o guardarse en un recipiente tapado con agua, no más de cinco días.